No hay nada como los abrazos, pero los de verdad. Esos
que te meten dentro del otro y el otro se queda en tu interior. Me encanta el
momento en el que, de repente, los
corazones se sincronizan y la certeza de que somos infinitos llega de la
presencia del que te sostiene.
-
He hecho todo lo que he podido- me confesó
mientras apretaba su mano en la mía.
Con ese gesto se apagaba la esperanza pero también el miedo
y la angustia. Un extraño alivio recorrió mi ser electrizando cada sentido,
acelerando el ritmo de los pensamientos que se estrellaban contra los recuerdos.
No hay ancla que sostenga el cuerpo pero si cometa que te
levante del suelo y la mía era ella. Mientras mi cuerpo se derrumbaba, se
abrazo a mí y supe, que el amor hace al hombre inmortal.
Miriam, me han recomendado este blog y he de decirte que me encanta lo que escribes y cómo lo haces. Enhorabuena y gracias.
ResponderEliminarBuenas noches Isabel:
EliminarMuchas gracias por tus palabras no te puedes imaginar como me llena de energía. Espero seguir disfrutando de tu presencia.
Un abrazo!