18 agosto 2012

Y nació...



La timidez colgaba de sus tobillos y la obligaba a andar de puntillas. Durante mucho tiempo permaneció en silencio y los menos afortunados se perdieron el sonido de su voz. 
Aprendió a reír el día que se quedo sola en el camino y fue tal el estruendo que salió de sus pulmones, que un ermitaño que tenía el alma congelada sintió como se  desprendía de su interior el alud que lo tenía condenado a la tristeza.

Desgastó la suela de miles de zapatos, si no le gustaba la forma como había pisado la senda volvía atrás y la cruzaba de nuevo. De esos paseos aprendió a quedarse con los pequeños detalles con los que se tejió una manta para los días de frío.
El invierno fue duro y dejó que las tormentas arrasarán su cuerpo, su mente y su alma. Sabía que el ser humano tenía que dormir unos días bajo la lluvia y otros bajo el sol, únicamente así podría crecer. Y creció tanto, que aún hoy que no la puedo ver, la siento.

Feliz cumpleaños.

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