10 julio 2012

El cazador


Recogió su pelo largo en una coleta y sintió una punzada en el pecho que la obligó a encogerse. Sabía que esa era la señal inequívoca de que estaba en el punto de mira del cazador. Se preguntó si ese día podría sobrevivir.
Asustada se apretó las zapatillas y salió a correr tan rápido como pudo. Mientras el sudor se deslizaba por su espalda, sus ojos buscaban un lugar donde esconderse pero las piernas la obligaban a ir más y más veloz.

La naturaleza es justa y sabe que el don de la vida, el regalo de la libertad debe ser ganado. Los cobardes, los que huyen de su destino, de su esencia pierden la oportunidad de ser escogidos y el cazador los elimina.


Exhausta se dejó caer en la arena. Sus brazos se transformaron en alas, que se desplegaron y se dejaron mecer por la brisa .Fijó sus ojos en el interior del mar y olvidó el poder de la gravedad, la fuerza del viento y la mirada curiosa de aquella mujer que necesitaba los pies para mantener el equilibrio. De repente se transformó en flecha y entró rápida y directa en el interior de la ola y salió triunfante hacia el cielo. Por ese día se había ganado la supervivencia. Se alejó dueña de su libertad, merecedora de la vida.

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