13 diciembre 2012

Flores de invierno


El sol estaba alto pero apenas calentaba y aunque sabía que el frío nos esperaba detrás de la puerta, me invitó con una sonrisa a pasear con ella. Se aseguró de que mi brazo descansaba en el suyo y marcó un paso firme pero delicado. Sentí como la fuerza de su juventud me impregnaba y agradecí al viento gélido que me la trajera, porque, sin ella el invierno dejaría de ser estación para convertirse en condena.
-          No tengas miedo Sofía, yo estaré justo detrás de ti- me explicó mientras me ayudaba a sentarme en un banco.
Era una mañana gris pero a mi alrededor sólo había color. Las flores de invierno siempre crecen en los lugares más inhóspitos. Con una fuerza inexplicable se abren paso entre la nieve que las ahoga, resisten la dureza de los días sin sol y salpican de vida el suelo yermo que las sostiene.
¿Qué sería de nosotros sin las flores de invierno?
-          Ahora Sofía,  grita, grita fuerte por tus derechos- dijo mientras me sujetaba entre sus brazos.

Para todas las flores de invierno, que hacen que el mundo sea más justo.

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