Enfocó la mirada, que
de repente se desvió hacia el zapato de Clara, y a su calcetín caído y a su
pierna repleta de arañazos.
Se levantó y la miró.
Era muy guapa.
- ¿Dónde has estado todo este tiempo?
- Aquí
- ¿Y por qué no me he dado cuenta?
Clara levantó los
hombros y le preguntó:
- ¿Quieres jugar conmigo?
Soltó la canica y se
sintió el niño más afortunado del barrio.
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